jueves, 6 de enero de 2011

HEROES DE MILLA

   eRa KENSINTON un barrio marginal de Liverpool,
 recién convertido en zona residencial de estudiantes
que aún convivían con putas y yonkies. Eran las diez
de la noche, y la calle parecía un corredor nocturno de la muerte.
  Una prostituta se acercó a mi y me comenzó a gritar
desesperada que le querían robar. Estaba hecho
un estropajo nervioso que pedía auxilio.
Le cogí la mano para tranquilizarla y le pregunté
que ocurría. Ella contesto .- me quieren matar señor,
me quieren matar, señor...ayúdeme por favor. Se lo suplico.
Entonces le di 5 libras para un taxi mientras otro
hombre de avanzada edad se aproximaba con la bicicleta
gritando.- te voy a matar puta, te voy a matar puta....
haciendo un zigzag temerario en una calle desierta.
Gracias señor, me dijo.- mientras me empuñaba
su brazo con agradecimiento.- dios se lo pague.
Gracias señor.- volvía a insistir de modo entusiasta.
Es usted un santo. Es usted un caballero. repetía
una y otra vez. De alguna manera me emocionó
poder salvar a una dama, aún en ese estado, en una situación tan adversa
como aquella. La llegada de la bicicleta con aquel
loco de acento ininteligible se aproximaba cada vez más
haciendo cada instante un inminente peligro cada vez mayor.
Pasaron en ese instante dos taxis, y la mujer no cogió
ninguno de los dos. Se alejó de mi con rapidez, pero
a medida que se alejaba parecía que estaba más tranquila
hasta que se disolvió para siempre en una de los cruces
desde donde había venido. El loco de la bicicleta se perdió también
en un horizonte que se extinguía para perderle definitivamente
de mi vista. Empezó a lloviznar, se apagó una luz de una farola,
comenzó la corriente de humedad que me agrietaba los tobillos.
Estaba de nuevo solo, ante un milla hasta mi casa y sin las cinco libras
con las que pretendía cenar. Ser un héroe a veces cuesta un poco caro.

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