el desprendimiento de retina, la visión de un acantilado,
el golpe seco sobre el ojo, la irritada demolición de un muro
de miradas, la vieja guardia de un león, marino, color
de una pupila que se fragua en la rigidez de una piedra.
El océano cerrado en párpados de arena
y la córnea de un cielo que se estalla en un maremoto.
Todo este sin sentido guardado sigilosamente
en mi memoria, en un sueño, en ti, expectador
extrañado, sabiendo que, de algún modo, has tenido
esta incoherente sensación de estar, de este modo,
también solo.
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